Hace poco leí una frase referida a las virtudes que engloban el escribir un libro o notas, la cual textualmente decía más o menos así: no quiero volver a leer libros de aquellos autores que tenían la intención de escribir un libro, quiero leer libros de aquellos que sin pensarlo a través de sus pensamientos llegan a formar un libro, y como alguna vez lo pregoné como identificándome con eso, trataré de plasmar vivencias exactas y algunas conclusiones que harán de estas estrofas un manifiesto de una de las épocas más importantes de mi vida hasta hoy.
Todo inició hace unos 5 años aproximadamente, me encontraba aun en la universidad cursando la mitad de la carrera, añorando algún día poder hacer estudios en el extranjero, y sin razonarlo demasiado en ese entonces mi objetivo era España y a estudiar una Maestría en Tributación, en ese entonces me gustaba demasiado esa rama incluso pensaba en postular a un puesto en la administración tributaria, ya que es lamentablemente lo mejorcito que hay en Tacna.
Pues entonces todo quedó en ilusiones hasta ese entonces, terminé la universidad y me fui a la Capital en busca de nuevas oportunidades y retos, acá es necesario saludar con algunas líneas el honor de haber conocido a uno de los profesionales más destacados del contexto de mi carrera, un catedrático de la Universidad de Lima, ahora un gran amigo mío, quien tuvo el ánimo y colaboración desinteresada en venir a uno de los eventos que organizábamos dentro de la universidad, fui ahí cuando lo conocí, allá por el 2006, fue y lo recordaré siempre muy bien, en un almuerzo que tuvimos en el Cacique de la avenida San Martín, comiendo un suculento picante a la tacneña, ese día ha sido categorizado por mi persona como uno de los más importantes de mi carrera profesional, ya que fue el inicio de la construcción de una nueva visión dentro de mi plan de vida, más que todo, repito, profesional. Pues me habló de la existencia de las firmas de servicios profesionales, para mí en ese entonces de muy vago conocimiento, entonces me habló de sus bondades y como se han convertido hoy en día en uno de los mejores lugares para realizar una buena línea de carrera, me habló de su clima, me habló de la esencia de escuela que poseen y de muchas cosas más, en esos momentos yo atinaba a dibujar mi futuro ya en esos lares, ya me hacía viviendo en la Capital, aunque también debo admitir que siempre mi idea era irme para allá pero hasta ese día solo a la aventura sin nada concreto, entonces ya tenía la visión, quedaba alcanzarla; todo marchaba de manera perfecta, lo que debía hacer era terminar la universidad, o sea nada complicado porque me dedicaba a ello y claro a el trabajo que nunca lo ví así, en la Fleming, ya que lo que hacía era llevar su contabilidad y enseñar en la academia el curso de Economía, y para mí eso siempre significó un gusto, me encantaba hacerlo.
Ahora se me vienen muchas cosas a la mente y es la magia nata del empezar a escribir, porque inesperadamente en algunas líneas empiezas a inspirarte y empiezas más que todo a recordar y ser bombardeado de numerosas experiencias, personas, todo a la vez, si algo sale mal, después trataré de ordenarlo si alguien alguna vez llega a leer esto.
Retrocederé al inicio de mi época universitaria, la cual como alguna vez escribí tienen experiencias marcadas como los de nuestro primer día de clases, donde a todos nos abordaba la ignorancia e ingenuidad de la vida universitaria, pero ansiosos de empezar la carrera por la que apostamos, los primeros meses fueron algo esperados ya que la actitud de mucho de nosotros fue la defensiva, siendo responsables al máximo, porque hasta ese entonces nos habían conjurado demasiado la presión de desaprobar los cursos o más que eso el año, se me viene a la mente el día de la cachimbeada, no fue muy sorpresiva para algunos de nosotros, es más hasta tuvimos la oportunidad de escaparnos y ser ajenos al show, pero particularmente quería ser parte y por eso me quedé, recuerdo los juegos de ese día, recuerdo la ropa que llevé ese día, recuerdo la foto también mi madre universitaria, alias Devora y claro sin olvidarme de mi tía la Crisiña me regalaron, una foto que guardo bastante cariño; cuando hablo de cursos tengo que mencionar a dos en particular, el de Matemàtica y el de Filosofía de las Ciencias Contables, el primero fue el peor de todos, sencillamente porque esa matemática nunca me gustaron ni me gustarán, creo que hay gente que vive del mareo de esos números, pero yo no soy uno de ellos, se le complicó más el hecho que el profesor que lo dictaba creo que le faltaba o no tenía la metodología adecuada para hacerlo digerible en su estudio, al fin y al cabo que más dio, lo aprobé y con las justas, gracias a una presentación de un examen para la casa y unos puntos adicionales por asistir al desfile de aniversario de la facultad, en total los que hicimos ambos sacamos 20, ese 20 me salvó el curso; el segundo tiene mucha diferencia, fue un curso que si bien era anual, se redujo solo a unas 5, ya que el profesor que lo dictaba no asistía a dictarlo, resumía su labor dejándonos las famosas monografías y pactándonos las fechas de los posteriores exámenes o prácticas de las cuales íbamos a ser víctimas, pero esto no es una queja, si alguna vez lo dije como tal pues me rectifico categóricamente ya que ese “Método” o como pueda llamarse del profesor, fue el que funcionó de mil maravillas ya que nos exhortó a investigar, a leer, a preguntar, a todo con tal de cumplir con las tareas que nos encomendaba, en estos sucesos conocí a más gente de la facultad, compañeros de los otros años, recuerdo muy bien las tardes de biblioteca, cuando sacábamos uno y otro libro como pidiéndole el favor de que por magia se transformen en profesores y nos ayuden con las monografías, pero en su lugar estaban los compañeros de segundo año, muchos de ellos con mucha solidaridad y prestos a apoyarnos, en eso, conocí entonces al famoso Chino, al Chavo, al Cachimbo, ellos hacían sus cometidos también pero se daban su tiempo en apoyarnos; debo mencionar con mucho agradecimiento el apoyo de Germán, alias “Capuñay”, recuerdo que fue un sábado a mi casa y me enseñó cómo hacer los asientos contables, recuerdo que tenía un resumen de puros asientos tipos y del cual tomé como ejemplo para hacer lo propio, ese día lo tengo muy clarito en mi mente, hasta incluso recuerdo el menú hecho por mi Madre, Papa Rellena.
Fue así que empecé a agarrarle el hilo a la carrera, ya me sentía un poco como pez en el agua y ya podía avanzar solo, me situaba varias horas de la tarde en la biblioteca con un libro o si no con una monografía para seguir practicando lo aprendido; por esto digo que Filosofía de las Ciencias Contables fue uno de los cursos particulares, porque por este curso aprendí muchos otros cursos más ya que era bien complejo, al final todo esto tuvo una buena recompensa, nunca perseguida sinceramente hablando, la nota más alta de todos los tiempos en ese curso y con ese profesor, algo que sorprendió a muchos, incluso a mis compañeros de los años superiores; pues yo si bien es cierto lo festejé, más lo hice porque entendí algo que desde entonces pregono siempre, si tu haces las cosas con gusto, ese es tu mayor premio, pocos son los que conjugan el gusto con el trabajo o estudio, y a mí me pasó con los cursos de carrera, me gustaba Filosofía, por eso la nota, no porque quería esta.
En ese año también recuerdo que se me acercó un compañero de 3er año, alguien con el que habíamos compartido unas pichangas sin conocernos y ambos veníamos del mismo colegio, este compañero, amigo hoy, se llama Angel Ticona, me comenzó a hablar de muchas cosas, de cómo son los demás años, de que hay varias actividades que se pueden hacer, etc, etc. Yo atento a todo lo que me hablaba porque ya empezaba a amar la vida universitaria, de todo esto salió la propuesta de participar en el centro federado de la facultad, a la cual respondí con un sí sin vacilación, luego de eso reunidos los candidatos, única o una de las poquísimas veces que fue así, empezamos con la campaña y todo ello, yo no me constituía tan responsable o comprometido, creo yo porque aun no tenía esas ganas de querer hacer algo más aparte del estudio, sin embargo estuve hasta el final, ya cuando se acercaba empezaba a lamentarme porque por muchas cuestiones y eventos que hayan pasado dentro del grupo se pudo hacer hecho más, pero bueno esto mes sirvió en ser más consciente, responsable y sobre todo comprometido con los objetivos de los equipos o grupos en los que participaría.
Las épocas de estudio son necesarias plasmarlas, las celebraciones de los cumpleaños, las chanchas que se hacían para comprar una torta y gaseosas y agasajar de esta manera al que festejaba o lamentaba años, algunas veces con guerras de tortazos; las amanecidas en casa de alguna compañera que gentilmente la ponía al servicio de muchos asustados estudiantes que querían estudiar para un examen un hacer las Monografías, casas como las de Charito, la de Milagros: Sosa y Aguilar, Marina, Raquel, Katia, la pollería de Yanet, en todas se pasaba una agradable velada, hacíamos las chanchitas y comprábamos algo para el piqueo de noche o si no los pollos que también venían de promoción, o si lo hacíamos en el último lugar mencionado, las papas fritas las servían de a montón, sabían deliciosas.
Los exámenes, como olvidar de ellos, por cada curso se elaboraba una estrategia diferente para tratar de desarrollar el examen “En Grupo”, las pizarras después de usarlas para estudiar en las amanecidas, servían de tablero para mismo DT establecer las alineaciones de las carpetas poniendo en lugares estratégicos los jugadores que se llevaban mejor con el balón, en este caso con el Plan Contable o con los Asientos, otros(as) tenían la gran tarea de arribar a primeras horas del día del examen y separar las carpetas, esto al comienzo era simplemente poner un cuaderno, una cartera, mochila, o lo que se encuentre, colocándolas encima en señal de propiedad privada, esto se fue sofisticando añadiéndole herramientas como las cintas y los papelitos poniéndoles los respectivos nombres al dueño temporal de las carpetas; si alguien faltaba al día de la concentración (velada de estudio) o le era ajeno simplemente, corría el riesgo de no ser parte del juego en equipo o pillar un sitio cercano al peligro.
Y como la teoría es en muchos casos contraria a lo práctico, lo anterior funcionaba a veces sí, a veces no, generalmente sí para algunos, lo cual enojaba, preocupaba o simplemente jodía a otros, porque quizá no completaban los exámenes o se esperanzaban en esperar el balón en el arco contrario de la portería, en fin como todo en la vida, todos no pueden quedar contentos.
Luego están los chat por papelitos, esto le dio un poco emoción a muchas clases que se tornaban aburridas y si alguien quería evitar estas últimas lo que hacía era pedirle a un compañero que firmase en su nombre y tema resuelto, hubo veces en que esto se descuadró totalmente, ya que cuando el profesor hacía el conteo el número de firmas era muy superior al de alumnos presentes en clase, lamentable, para el profesor y para nosotros que la clase no superara las expectativas y haya tenido que llegarse a esos métodos.
Continuará ...
sábado, 23 de octubre de 2010
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